Informe Experto Independiente de Naciones Unidas
Las mal llamadas terapias de reorientación sexual (también conocidas como terapia de conversión sexual, reparativa o de deshomosexualización) consiste en numerosos y cuestionables métodos pseudocientíficos y degradantes, enfocados a forzar cambio de la orientación sexual de personas de la diversidad sexual con el fin de intentar convertirlos en heterosexuales, o para eliminar o disminuir sus deseos y comportamientos homosexuales, incluyendo la modificación del comportamiento, la terapia de aversión, el psicoanálisis, la oración y el consejo religioso.1 Esta práctica está estrechamente relacionada con el movimiento exgay, que es más explícitamente religioso.2 Los grupos de exhomosexuales tienden a concentrarse en evitar actividades homosexuales y secundariamente (o a veces, en absoluto) en cambiar la tendencia subyacente.
La Asociación Estadounidense de Psicología condena estas terapias que intentan cambiar la orientación sexual de los pacientes, indicando que hay grandes probabilidades de que los pacientes sufran depresión y tendencias suicidas. Además, declaró que los psicólogos y demás terapeutas no deben decirle a sus clientes homosexuales que pueden convertirse en heterosexuales a través de terapia u otros tratamientos ya que no existe evidencia sólida de que esto sea posible. Estas declaraciones fueron realizadas luego de una investigación que duró dos años y en las que participaron sus 150 000 miembros.
Ejemplo de subtítulo (H3)
El consenso médico y de los trabajadores de la salud mental en los Estados Unidos es que no existe evidencia científica de que la terapia de reorientación sexual sea efectiva para cambiar la orientación sexual, y existe evidencia de que puede ser dañina.5 6 Ninguna de las principales organizaciones médicas tanto en Estados Unidos como a nivel mundial apoya la terapia de reorientación. Este tipo de «terapias» son ilegales en varios países y en diferentes estados de Estados Unidos.

Los defensores de los derechos del colectivo LGBT describen el fenómeno como «la derecha cristiana que ha vuelto a empaquetar su campaña antigay en términos más suaves y amables. En vez de simplemente denunciar a los homosexuales como corruptos social y moralmente, la derecha cristiana ha pasado a una estrategia de enfatizar […] el movimiento exgay.
Sin embargo, tras la máscara de compasión, el fin sigue siendo el mismo: reducir la protección legal para gais, lesbianas, bisexuales y transexuales.

